Hubiéramos podido cruzarnos por ahí sin vernos, mirando hacia otro lado, distraídos… O haber pasado a diferentes horas por el mismo lugar, o no haber pasado nunca… Tuvo que haber un “algo”, un mandato divino, una muy bien estudiada casualidad, para que, entre los cientos de millones de habitantes del mundo, tú y yo coincidiéramos en el mismo lugar al mismo tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario