El tren pasa mil veces.
(...) Todos sabemos que el tren pasa tantas veces como pasan los días. Y si no es ése tren, será el que sigue. De éso se trata la vida. No es entre un tren o ninguno. Es saber que la cosa se juega entre varios trenes distintos. Y entonces, cada quien se subirá al que más le guste. Nunca nada termina hasta que se termina. Y, mientras tanto, uno se sienta y se puede cambiar de vagón todas las veces que quiera hacerlo. Es más. Te digo una cosa. El día que no pase el tren, también podés ir vos solito a buscarlo y a esperarlo. En el fondo, uno siempre sabe dónde está la parada.
- Lorena Pronsky, Rota se camina igual.
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