Si no tengo nada que perder, ¿por qué el miedo? Si acepto lo peor que pueda suceder, ¿qué más da? La despreocupación bien llevada es maravillosa, porque si nada me es indispensable, el miedo no tendrá dónde echar raíces.
"El miedo llamó a la puerta, la confianza abrió y afuera no había nadie." -Proverbio Chino
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