Se les habían acabado todas las palabras. Y con un poco de miedo, en todo ese silencio se preguntaban si era porque ya se habían dicho todo. Todas las verdades, las mentiras, los sueños y las pesadillas, y hasta las victorias de todas sus derrotas. Y se miraban sin mirarse, esperando que la palabra irrumpiera el momento. Y esperaban. Y uno esperaba que el otro lo hiciera. Pero después de unos minutos el silencio se volvió temor y tristeza, y empezó a empañarles los ojos que se miraban las bocas. Entonces las manos, que siempre dicen la verdad sin miedo, se encontraron en el otro. Y en silencio entendieron los silencios, que ya no gritaban. Dejándose ser. Amando más allá de toda palabra.
- Lucas Hugo Guerra, Mind of Brando
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