Nunca sabrás que tu alma viaja dulcemente refugiada en el fondo de mi corazón y que nada, ni el tiempo, ni la edad, ni otros amores, impedirá que hayas existido.
Los caminos que seguiste, hoy me señalan el mío, aunque jamás sabrás que te llevo conmigo, como una lámpara de oro para alumbrarme el camino, ni que tu voz aún traspasa mi alma.
Suave antorcha tus rayos, dulce hoguera tu espíritu. Aún vives un poco porque yo te sobrevivo.
- Marguerite Yourcenar
- Marguerite Yourcenar
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