Y entonces se dio cuenta que su cuerpo era demasiado frágil para soportar el peso que llevaba. Si las lágrimas podían escapar, ella también lo haría. Quiso volar con ellas. Evaporarse. Llegar a algún lugar muy lejano ... Cerró los ojos, sintió el viento en la cara, dejó caer unas últimas lágrimas, puso los pies en puntillas, respiró hondo y...
-¿Quiénes?
-¡Las lágrimas! A veces parece que son tantas que sientes que te vas a ahogar con ellas, pero no es así.
-¿Crees que un día dejarán de salir?
-¡Claro! - respondió la abuela con una sonrisa dulce -. Las lágrimas no se quedan demasiado tiempo, cumplen su trabajo y luego siguen su camino.
-¿Y qué trabajo cumplen?
¡Son agua, Lucía! Limpian, aclaran... Como la lluvia. Todo se ve distinto después de la lluvia.
-María Fernanda Heredia, La lluvia sabe por qué.
-María Fernanda Heredia, La lluvia sabe por qué.
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