Un día, mi alma necesitó un amor que lo cubriera todo, un amor que llenara cada espacio vacío; un amor que me permitiera conocer de esas verdades que salvan, de esos accidentes que dan vida. Un día, mi alma clamó por un amor que de manera impresionante, absolviera el exceso de mis errores, uno que con su mirada, lavara a este corazón que tanto se manchó. Y te conocí. Desde entonces, mi alma comprendió que hay amores destinados, subrayados, reservados; amores que perdonan, que olvidan; amores que lavan y sanan heridas.
- Jarhat Pacheco
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