Procrastinar

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¿Cuántas personas podrán decir que tuvieron el padre que quisieran tener si volvieran a nacer?


¿Cuántas personas podrán decir que tuvieron el padre que quisieran tener si volvieran a nacer? Yo lo podría decir. Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido alguien mucho menos feliz

- Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos

Mi angelito, no sabía que lo estaba grabando, cantaba Tú solo tú.

♪ ♫ ♩ ♬
Tú solo tú
Has llenado de luto, mi vida
Abriendo una herida en mi corazón.
Tú solo tú

Me han llamado de múltiples maneras: bruja, loca, adivina, pervertida...


Reencarnaciones

Vengo desde el ayer, 
desde el pasado oscuro,
con las manos atadas por el tiempo,
con la boca sellada desde épocas remotas.

Vengo cargada de dolores antiguos
recogidos por siglos,
arrastrando cadenas largas e indestructibles.

Vengo de lo profundo del pozo del olvido,
con el silencio a cuestas,
con el miedo ancestral que ha corroído mi alma
desde el principio de los tiempos.

Vengo de ser esclava por milenios.
Sometida al deseo de mi raptor en Persia,
esclavizada en Grecia bajo el poder romano,
convertida en vestal en las tierras de Egipto,
ofrecida a los dioses de ritos milenarios,
vendida en el desierto o canjeada como una mercancía.

Vengo de ser apedreada por adúltera
en las calles de Jerusalén,
por una turba de hipócritas,
pecadores de todas las especies
que clamaban al cielo mi castigo.

He sido mutilada en muchos pueblos
para privar mi cuerpo de placeres
y convertida en animal de carga,
trabajadora y paridora de la especie.

Me han violado sin límite
en todos los rincones del planeta,
sin que cuente mi edad madura o tierna
o importe mi color o mi estatura.

Debí servir ayer a los señores,
prestarme a sus deseos,
entregarme, donarme, destruirme
olvidarme de ser una entre miles.

He sido barragana de un señor de Castilla,
esposa de un marqués
y concubina de un comerciante griego,
prostituta en Bombay y en Filipinas
y siempre ha sido igual mi tratamiento.

De unos y de otros, siempre esclava.
de unos y de otros, dependiente.

Menor de edad en todos los asuntos.
Invisible en la historia más lejana,
olvidada en la historia más reciente.

Yo no tuve la luz del alfabeto
durante largos siglos.

Aboné con mis lágrimas la tierra
que debí cultivar desde mi infancia.

He recorrido el mundo en millares de vidas
que me han sido entregadas una a una
y he conocido a todos los hombres del planeta:
los grandes y pequeños, los bravos y cobardes,
los viles, los honestos, los buenos, los terribles.

Mas casi todos llevan la marca de los tiempos.

Unos manejan vidas como amos y señores,
asfixian, aprisionan, succionan y aniquilan;
otros manejan almas, comercian con ideas,
asustan o seducen, manipulan y oprimen.

Unos cuentan las horas con el filo del hambre
atravesado en medio de la angustia.
Otros viajan desnudos por su propio desierto
y duermen con la muerte en la mitad del día.

Yo los conozco a todos.

Estuve cerca de unos y de otros,
sirviendo cada día, recogiendo migajas,
bajando la cerviz a cada paso, cumpliendo con mi karma.

He recorrido todos los caminos.

He arañado paredes y ensayado cilicios,
tratando de cumplir con el mandato
de ser como ellos quieren,
mas no lo he conseguido.

Jamás se permitió que yo escogiera
el rumbo de mi vida
y he caminado siempre en una disyuntiva:
ser santa o prostituta.

He conocido el odio de los inquisidores,
que a nombre de la “santa madre Iglesia”
condenaron mi cuerpo a su sevicia
o a las infames llamas de la hoguera.

Me han llamado de múltiples maneras:
bruja, loca, adivina, pervertida,
aliada de Satán, esclava de la carne,
seductora, ninfómana,
culpable de los males de la tierra.

Pero seguí viviendo,
arando, cosechando, cosiendo
construyendo, cocinando, tejiendo
curando, protegiendo, pariendo,
criando, amamantando, cuidando
y sobre todo amando.

He poblado la tierra de amos y de esclavos,
de ricos y mendigos, de genios y de idiotas,
pero todos tuvieron el calor de mi vientre,
mi sangre y su alimento
y se llevaron un poco de mi vida.

Logré sobrevivir a la conquista
brutal y despiadada de Castilla
en las tierras de América,
pero perdí mis dioses y mi tierra
y mi vientre parió gente mestiza
después que el castellano me tomó por la fuerza.

Y en este continente mancillado
proseguí mi existencia,
cargada de dolores cotidianos.

Negra y esclava  en medio de la hacienda,
me vi obligada a recibir al amo
cuantas veces quisiera,
sin poder expresar ninguna queja.

Después fui costurera,
campesina, sirvienta, labradora,
madre de muchos hijos miserables,
vendedora ambulante, curandera,
cuidadora de niños o de ancianos,
artesana de manos prodigiosas,
tejedora, bordadora, obrera,
maestra, secretaria o enfermera.

Siempre sirviendo a todos,
convertida en abeja o sementera,
cumpliendo las tareas más ingratas,
moldeada como cántaro por las manos ajenas.

Y un día me dolí de mis angustias,
un día me cansé de mis trajines,
abandoné el desierto y el océano,
bajé de la montaña,
atravesé las selvas y confines
y convertí mi voz dulce y tranquila
en bocina del viento
en grito universal y enloquecido.

Y convoqué a la viuda, a la casada,
a la mujer del pueblo,  a la soltera,
a la madre angustiada,
a la fea, a la recién parida,
a la violada, a la triste, a la callada,
a la hermosa, a la pobre, a la afligida,
a la ignorante, a la fiel, a la engañada,
a la prostituida.

Vinieron miles de mujeres juntas
a escuchar mis arengas.

Se habló de los dolores milenarios,
de las largas cadenas
que los siglos nos cargaron a cuestas.

Y formamos con todas nuestras quejas
un caudaloso río que empezó a recorrer el universo
ahogando la injusticia y el olvido.

El mundo se quedó paralizado
¡Los hombres sin mujeres no caminan!

Se pararon las máquinas, los tornos,
los grandes edificios y las fábricas,
ministerios y hoteles, talleres y oficinas,
hospitales y tiendas, hogares y cocinas.

Las mujeres, por fin, lo descubrimos
¡Somos tan poderosas como ellos
y somos muchas más sobre la tierra!
¡Más que el silencio y más que el sufrimiento!
¡Más que la infamia y más que la miseria!

Que este canto resuene
en las lejanas tierras de Indochina,
en las arenas cálidas del África,
en Alaska o América Latina.

Que hombre y mujer se adueñen
de la noche y el día,
que se junten los sueños y los goces
y se aniquile el tiempo del hambre y la sequía.

Que se rompan los dogmas y el amor brote nuevo.

Hombre y mujer,  sembrando la semilla,
mujer y hombre tomados de la mano,
dos seres únicos, distintos, pero iguales.


- Jenny Londoño (1952), escritora, historiadora y socióloga ecuatoriana.

Este poema obtuvo el primer premio en el concurso de poesía “Gabriela Mistral”, realizado por el Club Femenino de Cultura, el Ministerio de Educación y la Embajada de Chile, en Quito, Ecuador, 1992.

Correré a tu encuentro...


Cuando la tierra se abra también para mí 
correré a tu encuentro 
como si nada hubiera 
sucedido desde que partiste.

- admi. concurso cartas de amor

♪ ♫ ♩ ♬
Pasará el tiempo
Pero tu sonrisa
Seguirá presente
En mi corazón

Me gusta pensar que voy a verte...


Me gusta pensar que voy a verte. No sé en que lugar, ni en que estación o circunstancia. No sé si hoy, mañana, en unos años o en alguna otra vida. No sé si siendo niños, jóvenes o ancianos; en forma de personas, de agua de piedra, flor y tierra o lluvia y cielo. Sólo pensar que voy a verte de algún modo; en algún tiempo en que nuestros destinos coincidan nuevamente. Sólo pienso en eso. Me gusta pensar que voy a verte.

- Eric Leunam

Si volviera a nacer, me gustaría decirte que corregiría errores...


Si volviera a nacer, me gustaría decirte que corregiría errores,
pero pasaría seguramente por las mismas cosas.
Me equivocaría en los mismos sitios.
Y acertaría más bien poco o casi nunca.
Porque si volviera a nacer, me gustaría decirte que sería más duro, 
más experimentado, más sabio.
Pero imagino que nada, que acabaría diciendo los mismos te quiero.
Los mismos te odio.
Los mismos adiós.
Volvería a llorar por los mismos éxitos.
Y a reír por los mismos fracasos.
Porque son ellos los que me han traído hasta aquí. 
Nadie sabe muy bien lo que haría si volviera a nacer. 
Pero yo, sin embargo, ahora sí que sé algo.
Lo que sé es que si volviera a nacer, volvería a buscarte.
Exactamente igual.
No pararía hasta volverte a encontrar. En aquél sitio, a la misma hora.
Volvería mucho más nervioso que aquella primera vez. 
Intentaría decir lo mismo que dije para llamar tu atención.
Aunque supiera que lo nuestro tendría un final. 
Te miraría a los ojos como estoy haciendo ahora y te diría sólo una cosa.
Que si volviera a nacer, volvería a buscarte una y mil veces más. 
Que si volviera a nacer, volvería con los ojos cerrados... 
....Al rincón de pensar.

- Risto Mejide

Yo quisiera ser la madre de mis padres...


Yo quisiera ser la madre de mis padres

Les contaría cuentos de cuando yo era chiquita, viajaríamos juntos, los llevaría desde muy pequeños a conocer el mar, los días domingo desayunaríamos panqueques con leche condensada, iríamos al cine, los llevaría a los parques, nos deslizaríamos por un súper tobogán y después iríamos a comer helados. Sus cumpleaños serían muy felices y en las navidades siempre encontrarían regalos en el árbol. Siempre estarían a mi lado, muy pegaditos de mi, para cuidarlos, protegerlos y apapacharlos.

Yo quisiera ser la mamá de mi mamá

A "mi niña bonita", la peinaría con el mismo cariño con que ella me hacía los moñitos, la vestiría como a una princesa, le compraría unos zapatitos rosa y una muñeca con su cochecito. Ella es un alma con mucho corazón, es tan amena, tan creativa, a esta periquita, yo le escucharía todos sus cuentos, sus ideas, siempre inventando algo que hacer. No desaprovecharía sus talentos, entre ellos, lo bello que canta, si ella todavía quisiera ser cantante yo sería su fan número uno. 

Yo quisiera ser la mamá de mi papá

Si fuera la mamá de mi papá, a "mi angelito", en el desayuno le daría sus masitas de maíz, remojadas en leche con bastante queso y una buena taza de chocolate. Y como ya sé que él es pura energía, estaría muy pendiente de sus travesuras, y escucharía contenta sus chistes locos, le regalaría una armónica, ya que él aprendió a tocarla de oído, con ese don, lo animaría estudiar música. El hizo de la herrería un arte, quien sabe qué le gustaría hacer ahora, algo maravilloso será, y yo estaría tan orgullosa de él.

Yo quisiera ser la madre de mis padres, para poder agradecerles, para darles lo que ellos no tuvieron y sin embargo con tanto amor me dieron a mí. Los amaría hasta el fin de mis días y siempre con la esperanza de que nuestras almas se vuelvan a encontrar.

- Marisela Serrades Girot

¿Cómo se vuelve a encontrar la gente?


-¿Cómo funciona eso, entonces? -preguntó Haven-. ¿Cómo se vuelve a encontrar la gente?
- Lo único que sé es que atraemos a las personas que hemos amado antes.
-¿Y tú y yo nos hemos encontrado en cada vida?
- Ojalá fuera así de fácil. Te busco en cada vida, pero no siempre te encuentro. Y a veces te encuentro demasiado tarde.

-Kirsten Miller

♪ ♫ ♩ ♬
Espérame en el cielo, corazón,
 si es que te vas primero,
espérame en el cielo, corazón,
para empezar de nuevo.
Nuestro amor es tan grande y tan grande
que nunca termina.

Yo no tendría ningún inconveniente en repetir la misma vida desde su principio.



Si se me dejara elegir, yo no tendría ningún inconveniente en repetir la misma vida desde su principio. Lo único que pediría es el privilegio que se concede a los escritores cuando hacen una segunda edición de sus obras de corregir algunas fallas de la primera.

- Benjamín Franklin

Hay alguien especial para cada uno de nosotros.


Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a travès e los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, por que los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuervas cubiertas de arena de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonaràn.

Es posible que nuestra mente diga: “Yo no te conozco”, pero el corazón sí le conoce.

- Brian Weiss, Fragmento Lazos de amor

Mejor no tenerla...