Y llega un momento en la vida que descubres que tu sentido del ridículo pasó a la historia. Que nada te afecta ni puede hacerte daño. Y vas por la calle con la cabeza bien alta porque ya no te importa tropezar si es por ir mirando al cielo. Porque ya te da igual lo que la gente diga y opine de ti. Porque ahora, cuando sonríes, lo haces porque estás absolutamente convencido de que nada ni nadie podrá volver a borrarte esa bendita sonrisa.
- Alfonso Genique, Insurrección
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