Un hecho que resulta risueño es aquel en que alguien manifiesta: «Yo digo las cosas con franqueza». Sí, es muy lindo decirselas a los demás con franqueza, pero ya no agrada tanto cuando los demás son francos con uno. Lo mejor es no hablar, pues, de franqueza, pero sí hablar con elegancia, con prudencia y con limpieza, pensando siempre que no hay derecho a herir a nadie, a señalarle un defecto con indebida suficiencia.
-Carlos Bernardo González Pecotche
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