La abundancia es la condición natural que logramos cuando estamos conectados con nuestra vida espiritual.
La abundancia, en sí, no es más que una experiencia interna que, manifestada, produce una realidad mayor a la que estamos acostumbrados, por lo que la relacionamos con crecer, aumentar o extendemos. Pero esta no es más que una confirmación de que estamos en contacto con nuestra espiritualidad. La vemos afuera, pero antes ha ocurrido en nosotros.
Cada vez que eliges sentirte en paz al aceptar un conflicto, cada vez que renuncias al miedo, siempre que aceptas un pensamiento más amoroso que el que estabas pensando, te abres a la experiencia de la abundancia.
Puedes ir directo hacia tus metas. Cada decisión que tomes en el camino, te dejará más y más cerca de tu propósito. En general, asumimos las preguntas y evadimos las respuestas. Así, vamos por la vida en piloto automático y, cuando llegamos, nos damos cuenta de que no estamos donde pensábamos llegar. Cuando te pongas una meta, pregúntate: ¿Sé a dónde quiero ir? Identificar lo que realmente quieres es poner un punto claro en el mapa de tu vida, para diseñar el camino que comenzarás a caminar. Cuando te preguntaste si era suficiente o si lo merecías, ¿tu respuesta fue afirmativa? ¿Es tu meta un deseo verdadero o una forma encubierta de complacer a alguien? Cada decisión que tomes, ¿te acercará a lo que deseas o será un consuelo provisorio? ¿Estás dispuesto a tomar responsabilidad de los cambios que exigirá esta nueva experiencia en tu vida?
- Julio Bevione,52 semanas para Vivir en La Zona
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