Es tan curioso: uno puede resistir las lágrimas y 'comportarse' muy bien en las horas más duras de duelo. Pero entonces alguien te hace un letrero amistoso detrás de una ventana, o uno se da cuenta de que de repente ha florecido una flor que estaba brotando ayer, o una carta se desliza de un cajón ... y todo se derrumba.
- Colette
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