El hombre ... se calienta como una bombilla: al rojo vivo en un abrir y cerrar de ojos y frío nuevamente en un instante. La hembra, por otro lado ... se calienta como una plancha. Lentamente, a fuego lento, como un sabroso guiso. Pero luego, una vez que se ha calentado, no hay forma de detenerla.
- Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento
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