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Conque la quiera a usted un hombre, uno nada más, pero hondo, hasta los huesos...


Conque la quiera a usted un hombre, uno nada más, pero hondo, hasta los huesos, hasta después de la muerte, un hombre que no le eche a usted en cara lo que es usted, y por usted viva; un hombre que la adore y que la abrace y la defienda y la sostenga; que se enorgullezca de que usted le paga con un poquito de cariño, un poquito, una miseria, su idolatría tan grande; que la ponga por encima de las estrellas y se la incruste en el alma, le vele el sueño, le adivine el pensamiento, y así le diesen más años que a Matusalén, pocos se le hicieran para seguir queriéndola, ¡ay, Santita!, entonces sí que conocería usted la gloria en vida y no volvería a saber para qué sirven las lágrimas ni lo que son las penas, las tristezas, las vergüenzas y los arrepentimientos...

- Federico Gamboa, 'Santa'


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