En realidad no hay ningún problema en absoluto. No tenemos -ni mucho menos somos- un problema. Los problemas nos gustan porque nos dan la impresión de que gracias a ellos podremos ser. El verdadero problema son nuestros falsos problemas. Podemos ser dichosos; en el fondo, no podemos por menos de serlo. Hemos creído que nuestros problemas éramos nosotros, por eso nos cuesta tanto abandonarlos. Tememos perdernos, pero es que debemos perdernos. Cuando no nos agarramos a nada, volamos.
- Pablo d’Ors. Biografía del silencio.
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