Siempre un pequeño y débil grupo es elegido por el más fuerte, ya sea a causa de su religión, ya sea por el color de su piel, por su raza, origen, ideales sociales o ideología, para descargar sobre él las energías de destrucción latentes en el ser humano. Las consignas, los pretextos, cambian, pero los métodos de la calumnia, el desprecio y el exterminio son siempre los mismos. Sin embargo, un hombre de espíritu no debe nunca dejarse cegar por ese susurrante tribu nal de la insidia, ni dejarse arrastrar por el furor de los instintos de la masa. Con serenidad e imparcialidad renovadas, ha de buscar siempre la justicia.
-Stefan Zweig. Castellio contra Calvino.,
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