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Según los boleros, son todas ingratas. Según los tangos, son todas putas


Enseñan los proverbios, transmitidos por herencia, que la mujer y la mentira nacieron el mismo día y que la palabra de mujer no vale un alfiler, y en la mitología campesina latinoamericana son casi siempre fantasmas de mujeres, en busca de venganza , las temibles ánimas, las luces malas, que por las noches acechan a los caminantes. En la vigilia y en el sueño, se delata el pánico masculino ante la posible invasión femenina de los vedados territorios del placer y del poder, y así ha sido desde los siglos de los siglos.

Por algo fueron las mujeres las víctimas de las cacerías de brujas, y no sólo en los tiempos de la inquisición. Endemoniadas: espasmos y aullidos, quizás orgasmos, y para colmo de escándalos, orgasmos múltiples. Sólo la posesión de Satán podía explicar tanto fuego prohibido, que por el fuego era castigado. Mandaba dios que fueran quemadas vivas las pecadoras que ardían. La envidia y el pánico ante el placer femenino no tenían nada de nuevo. Y en este mundo de hoy, hay ciento veinte millones de mujeres mutiladas del clítoris.

No hay mujer que no resulte sospechosa de mala conducta. Según los boleros, son todas ingratas. Según los tangos, son todas putas (menos mamá). Confirmaciones del derecho de propiedad: el macho propietario comprueba a golpes su derecho de propiedad sobre la hembra. (…) Vuela torcida la humanidad, pájaro de un ala sola.

- Eduardo Galeano, Extracto del libro “Patas arribas. La escuela del mundo al revés”

 

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