De Navidad, me planteo si ser o no cómplice de esa gran mentira que se le cuenta a los niños occidentales (u occidentalizados) sobre los Reyes Magos, Papá Noel y otras variantes "mágicas".
Y si, lo llamo mentira, porque es algo falso, que se cuenta a propósito con la intención de engañar. No tiene nada que ver con dulcificar un suceso difícil de entender como una muerte o una enfermedad grave (sería una mentira piadosa). No es inventarse un cuento sobre unos seres imaginarios (eso es literatura de ficción). Y tampoco tiene que ver con creer en algo sobre lo que no hay pruebas de su existencia (ese es el campo de la Fe)... Hablo de hacer creer a propósito y por gusto que existen unos seres mágicos que traen regalos a los niños buenos... Cuando en realidad son los padres o familiares o amigos los que compran esos regalos.
Eso, a todas luces, es mentira... Una mentira muy extendida, pero mentira al fin y al cabo.
El alcance de esta mentira es enorme, porque es difícilmente explicable:
"Papá... Si Santa Claus trae regalos a los niños buenos... ¿Qué le trae a los niños malos? Y si un niño de una aldea perdida de Tailandia pide una videoconsola, ¿dónde la enchufa?... ¿Los Magos de Oriente también van a Oriente?"
Al final, como un mentiroso compulsivo te toca ir aumentando la mentira hasta proporciones épicas... O decirle a tu peque que en realidad todo era falso. Yo recuerdo que lloré mucho cuando me lo contaron. TODO era mentira.
Dicen que una mentira repetida hasta la saciedad se convierte en verdad, y que es una mentira compartida por toda nuestra sociedad... Pero ¿qué pretendemos mintiendo a nuestros niños? ¿Acaso así alcanzan cotas mayores de felicidad que, por ejemplo, los niños libaneses o los niños saudíes, o los niños que viven en aldeas perdidas del Amazonas? ¿Tienen una infancia más "mágica" y eso les hace a la larga desarrollarse mejor como personas? ¿O es que los adultos tenemos una visión deformada de lo que debe ser un niño, que vive en un mundo de creencias irracionales, magia y fantasía?
Cuando un niño juega en un juego de simulación sabe que no es real, que de verdad no está conduciendo un autobús espacial, pero es divertido pensar que si. Sin embargo si le contamos que un señor obeso (y posiblemente con una seria cardiopatía y diabetes) nos observa durante el año para premiarnos, el niño no sabe que es mentira. No hay nada de magia es eso. Es un engaño.
Ahora bien... ¿He de olvidar todo esto para incluirme en la sociedad en la que vivo? ¿Y arriesgarme a que mi hijo ponga en evidencia a otros padres porque en 3 años le diga a su compañero del cole que "los reyes no existen" y que lo llamen mentiroso? ¿Tengo que mentir a mi hijo para pertenecer de forma segura a mi comunidad y participar de la ilusión de que los niños HAN DE CREER en la magia?
Pero existe una alternativa. Decir la verdad.
De hecho tengo un amigo cuya infancia fue muy humilde y por su casa no pasaba Papá Noel. Sus padres le contaron la verdad y le dijeron que en Navidad es tradicional hacer regalos, pero no podía pedir grandes juguetes porque no disponían de dinero para comprarlos. Actualmente ese niño es un adulto feliz y responsable.
Otro ejemplo de "infancias sin reyes magos" me la contó una señora que tiene una tienda. Cuando su hijo era pequeño veía a padres y madres entrando a comprar los regalos de Navidad, y para él era absolutamente natural la idea de que eran los padres quienes hacían los regalos. Y ese niño actualmente es un joven alegre y perfectamente adaptado.
Tengo ejemplos de niños que han sabido desde siempre que los regalos son, eso, regalos, y no conozco ningún ejemplo de niños con "infancias rotas"...
- José Vicente Báez González. Psicólogo.
Y si, lo llamo mentira, porque es algo falso, que se cuenta a propósito con la intención de engañar. No tiene nada que ver con dulcificar un suceso difícil de entender como una muerte o una enfermedad grave (sería una mentira piadosa). No es inventarse un cuento sobre unos seres imaginarios (eso es literatura de ficción). Y tampoco tiene que ver con creer en algo sobre lo que no hay pruebas de su existencia (ese es el campo de la Fe)... Hablo de hacer creer a propósito y por gusto que existen unos seres mágicos que traen regalos a los niños buenos... Cuando en realidad son los padres o familiares o amigos los que compran esos regalos.
Eso, a todas luces, es mentira... Una mentira muy extendida, pero mentira al fin y al cabo.
El alcance de esta mentira es enorme, porque es difícilmente explicable:
"Papá... Si Santa Claus trae regalos a los niños buenos... ¿Qué le trae a los niños malos? Y si un niño de una aldea perdida de Tailandia pide una videoconsola, ¿dónde la enchufa?... ¿Los Magos de Oriente también van a Oriente?"
Al final, como un mentiroso compulsivo te toca ir aumentando la mentira hasta proporciones épicas... O decirle a tu peque que en realidad todo era falso. Yo recuerdo que lloré mucho cuando me lo contaron. TODO era mentira.
Dicen que una mentira repetida hasta la saciedad se convierte en verdad, y que es una mentira compartida por toda nuestra sociedad... Pero ¿qué pretendemos mintiendo a nuestros niños? ¿Acaso así alcanzan cotas mayores de felicidad que, por ejemplo, los niños libaneses o los niños saudíes, o los niños que viven en aldeas perdidas del Amazonas? ¿Tienen una infancia más "mágica" y eso les hace a la larga desarrollarse mejor como personas? ¿O es que los adultos tenemos una visión deformada de lo que debe ser un niño, que vive en un mundo de creencias irracionales, magia y fantasía?
Cuando un niño juega en un juego de simulación sabe que no es real, que de verdad no está conduciendo un autobús espacial, pero es divertido pensar que si. Sin embargo si le contamos que un señor obeso (y posiblemente con una seria cardiopatía y diabetes) nos observa durante el año para premiarnos, el niño no sabe que es mentira. No hay nada de magia es eso. Es un engaño.
Ahora bien... ¿He de olvidar todo esto para incluirme en la sociedad en la que vivo? ¿Y arriesgarme a que mi hijo ponga en evidencia a otros padres porque en 3 años le diga a su compañero del cole que "los reyes no existen" y que lo llamen mentiroso? ¿Tengo que mentir a mi hijo para pertenecer de forma segura a mi comunidad y participar de la ilusión de que los niños HAN DE CREER en la magia?
Pero existe una alternativa. Decir la verdad.
De hecho tengo un amigo cuya infancia fue muy humilde y por su casa no pasaba Papá Noel. Sus padres le contaron la verdad y le dijeron que en Navidad es tradicional hacer regalos, pero no podía pedir grandes juguetes porque no disponían de dinero para comprarlos. Actualmente ese niño es un adulto feliz y responsable.
Otro ejemplo de "infancias sin reyes magos" me la contó una señora que tiene una tienda. Cuando su hijo era pequeño veía a padres y madres entrando a comprar los regalos de Navidad, y para él era absolutamente natural la idea de que eran los padres quienes hacían los regalos. Y ese niño actualmente es un joven alegre y perfectamente adaptado.
Tengo ejemplos de niños que han sabido desde siempre que los regalos son, eso, regalos, y no conozco ningún ejemplo de niños con "infancias rotas"...
- José Vicente Báez González. Psicólogo.
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